martes, 15 de enero de 2013

La Gloria de Dios - Los Montaner

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"Deja que la Gloria de Dios inunde tu Ser, ¿Cómo podríamos caminar por este mundo frente a los tiempos que vivimos, si Cristo no camina con nosotros?, hoy más que nunca estoy convencida de que sin su Poder nada somos, y que las auténticas maravillas de la vida, sólo se experimentan con su incomparable presencia en nuestro interior"

¡Vivan la vida plena y bendecida que el Padre Eterno concede!

Más allá de Todo - Marcela Gándara

                                               
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El Cordero de Dios

 Por: Christine Clario

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sábado, 5 de enero de 2013

LA PRIMOGENITURA.


El derecho del primogénito es un derecho originario, que en muchos aspectos ha hecho historia y que también ha influido en las ideas religiosas. Eso en todos los pueblos, incluidos los orientales y especialmente los semitas, y por tanto también en Israel.

El primer nacido tiene el derecho de primogenitura. Este principio jurídico u otro similar, que derivaba del gobierno de los ancianos, es sin duda el punto de partida de todo el derecho de primogenitura. Por “primer nacido” se entiende aquí el primogénito del padre de familia. Si en tiempos más antiguos detrás de esa formulación subyacía en la práctica algo así como el derecho del más fuerte, es un aspecto que en el contexto bíblico no se contempla. El derecho oriental, y especialmente el semita, coloca simplemente al primogénito (del padre de familia) al frente de la familia, el clan o la tribu, cuando la familia, el clan o la tribu, tras la muerte del más anciano de la generación anterior, tiene que encontrar un nuevo “anciano.”

Como el dominio y soberanía siempre se consideró un don de la divinidad, también el status de primogénito aparecía como un don especial de la misma divinidad. El derecho de primogenitura aseguraba al primer nacido del padre de familia una doble parte en la herencia; así pues, el primogénito figuraba en el reparto de la herencia computado como dos hijos, y ello para que el anciano y señor de la familia, del clan o de la tribu, fuera también el que gracias a las posesiones disfrutaba de mayor prestigio y poder. En Israel esto lo regulaba, por ejemplo, Dt 21:17.

Sobre su primogénito pronunciaba el patriarca una bendición especial antes de morir, que no sólo se refería al éxito del trabajo y la multiplicación de las posesiones, sino que sobre todo sancionaba el status dominante del primogénito constituyéndolo señor de sus hermanos y bendiciendo su dominio; se le deseaba la protección de la divinidad y la bendición divina para su fuerte brazo, con el fin de que mantuviera la paz.

Una documentación muy clara sobre este derecho de primogenitura — en gran parte común a todos los semitas e incluso a todo el ámbito del Próximo Oriente — nos la proporcionan las historias bíblicas de Jacob y Esaú. Prescindiendo de su sentido nacionalista — pues no hay duda de que pretenden fundamentar la preeminencia de Israel (Jacob) sobre Edom (Esaú) —, esas historias nos permiten conocer el posible desplazamiento de ese derecho de primogenitura, ya que no sólo el patriarca podía retirárselo al primer nacido (Gen 49:34), sino que el propio primogénito, como lo era Esaú, vende su derecho a Jacob “por un plato de lentejas” (Gen 25:3134). Es decir, que el propio primogénito podía renunciar a su derecho, sin que para ello necesitase del consentimiento del patriarca todavía vivo, como refleja la misma historia. Por otra parte, el renunciante no renunciaba por ello a la gran bendición del patriarca moribundo sobre el primogénito; bendición a la que Esaú tampoco renunció al vender su derecho de primogenitura.

De esa posible discrepancia (un segundogénito obtiene el derecho de primogenitura, mientras que el primogénito conserva la bendición que como a tal le corresponde) podían surgir, según las circunstancias, graves tensiones dentro de la comunidad; hasta el punto de que cabría pensar si el narrador bíblico no tenía necesariamente que presentar a Jacob arrebatando por sorpresa la bendición del primogénito después de que Esaú le hubiera vendido tan a la ligera el derecho de primogenitura. Bien entendido que esto poco tiene que ver con el sentido de los relatos bíblicos sobre

Jacob y Esaú; pero posiblemente es un rasgo jurídico y religioso importante el que subyace en tales narraciones.

El primogénito pertenecía a Dios. Esta convicción sólo pudo imponerse por la alta estima de que gozaba el primogénito. Pero, por lo mismo, tampoco podemos concluir que en determinado momento fuese una costumbre universal el hecho de ofrecer el primogénito humano a la divinidad como sacrificio de mactación o de cremación, porque de ser así, nunca el tan estimado primogénito habría alcanzado el poder y dominio. De ahí que la sustitución del hijo primogénito, destinado al sacrificio, por un animal sea con toda seguridad un uso antiquísimo.

Por lo demás, no todas las primogenituras eran iguales. El derecho de primogenitura era asunto de las “primicias de la virilidad,” mientras que el primogénito perteneciente a Dios era todo primogénito varón “que abría el seno materno.” En el ordenamiento social de tipo poligámico esta distinción era muy importante. Así, es perfectamente posible que entre los cananeos se ofreciese el aludido rescate por el “primogénito de la virilidad,” mientras que todo primogénito “que abría el seno materno” fuera ofrecido en sacrificio. Que ese sacrificio de primicias fuera siempre el sacrificio de un niño, hay que ponerlo en duda. El deseo de Abraham de sacrificar a su hijo Isaac ya adolescente podría indicar de todos modos que ese sacrificio del primogénito humano pudo realizarse más tarde, llegado el caso.

Como quiera que fuese, en Israel se practicaba el rescate del primogénito. En las historias abrahámicas se narra de forma muy dramática tanto el principio básico de que “el primogénito pertenece a Dios” como su rescate mediante el sacrificio de un animal (cf. Gen 22:1013)30. Pero, a través de la teología de la historia que hacen los primeros profetas anónimos y a través de la teología de la historia del Escrito sacerdotal, apareció un nuevo rasgo en esos aspectos del derecho de primogenitura.

El propio Israel es el primogénito. El derecho de primogenitura de Israel tiene un papel importante en muchos relatos bíblicos, y hace típicamente israelíticos los aspectos generales que se daban en otros pueblos en relación con la primogenitura. Ya en el Yahvista — que es como decir en el estrato tradicional más antiguo del Pentateuco — se encuentra la frase “Israel es mi hijo primogénito” (Ex 4:22). El narrador pone en boca de Dios ese dicho que le comunica a Moisés, y que éste deberá repetir ante el faraón. Yahveh ama a ese su hijo Israel como un padre ama a su primogénito. Por ello el faraón no debe oprimirlo, sino dejarlo libre.

Ahora bien, esa palabra sólo puede entenderse adecuadamente, si se piensa en Israel como el primer adorador del Dios Yahveh, que ya ha sido anunciado en los capítulos precedentes. Así pues, el dicho en cuestión se encuentra todavía en el marco general de un mundo de concepciones politeístas. Con ello resuena ya aquí el tema que domina la teología israelita de la historia, sobre todo cuando más tarde los profetas proclamen a Yahveh como el Dios único. Más aún, el derecho de primogenitura de Israel en general se anunciará con tanta mayor nitidez cuanto más claramente se adore a Yahveh como único Dios, pues “Israel” era el “primogénito” de Yahveh, cuando éste sólo era el dios tribal de las tribus hebreas de Egipto.

Pero el faraón no deja salir al primogénito de Yahveh. Y por ello Yahveh golpea — según el derecho de la venganza de sangre — sobre los primogénitos varones de Egipto, porque el faraón había golpeado al primogénito de Yahveh.

Tras la liberación de Egipto — así se prolonga más tarde jurídicamente esta línea de teología de la historia — serán consagrados al Señor todos los varones de la tribu de Leví como sacerdotes y levitas. Y todo primogénito macho pertenecerá al Señor: los de los animales como sacrificio, pero los primogénitos humanos serán rescatados. “Cuando tu hijo te pregunte mañana diciendo: ¿Qué significa esto?, le dirás: Con mano fuerte nos sacó Yahveh de Egipto, de la casa de esclavitud. Como se obstinase el faraón en no dejarnos ir, mató Yahveh a todo primogénito en tierra de Egipto... Por ello sacrifico yo a Yahveh todo macho que abre el seno materno, y rescato a todo primogénito de mis hijos” (Ex 13:14 -15).

Pero Israel no debía considerar el derecho de primogenitura como un verdadero derecho jurídico, sino como un derecho que le había sido concedido por gracia, pero que no le correspondía si todo hubiese discurrido según derecho. Ése es el sentido que pueden tener los relatos de Jacob y Esaú. Son, por así decirlo, capítulos que invitan a la humildad, que pretenden enseñar cómo Israel en nada ha podido merecer tal derecho de primogenitura, y que en cierto modo se convirtió en primogénito porque Yahveh hizo la vista gorda. Se podría decir que las historias de Jacob y Esaú contradicen a los capítulos de Egipto; pero no hay duda de que originariamente todas esas historias no se contaban con la idea de insertarlas o leerlas en un gran contexto, sino simplemente para presentar ciertas verdades y enseñanzas.
En el NT el título de primogénito se le aplica una y otra vez en forma consecuente al Mesías Jesús, y una y otra vez se demuestra que él era un primogénito. Y como tal es el sacerdote. Él es el nuevo Israel, como lo es así mismo su comunidad; para sus discípulos es el primer ofrendado, el primero de los muertos, el primero de los resucitados, incluyendo a todos los de su especie (cf. Rom 8:23.29; 1Cor 15:20; Col 1:15.18; Heb 1:6; 12:23; Sant 1:18; Ap 14:4).

Fuente:  http://www.caminando-con-jesus.org/HISTORIA%20CULTURA/HISTORIA%20DE%20LA%20CULTURA%20DE%20LA%20BIBLIA.htm#ELDIVORCIO

miércoles, 2 de enero de 2013

"Entrevista con Dios"


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¡Versículos de la Biblia que hablan sobre Alegría o Felicidad!


Salmo 112:1 ¡Alaben a Jah! Feliz es el hombre que teme a Jehová, en cuyos mandamientos se ha deleitado muchísimo.   (Salmo 119:1) Felices son los que en [su] camino están exentos de falta, los que andan en la ley de Jehová.
 
Mateo 5:1-3,: “Dichosos los que reconocen su necesidad espiritual”.Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra” (Mateo 5:5). Felices son los misericordiosos, puesto que a ellos se les mostrará misericordia” (Mateo 5:7 Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!” Lucas 11:28 Y Él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan .” Jueces 16:25 estaba alegre el corazón Proverbios 8:30 obrero maestro, alegre. delante de él 2a. Corintios 9:7  Dios ama al dador alegre  
 
Fililpenses 2:19 enviarles Timoteo, para que yo alegre sus almas.
 
 
¡Regociajaos en el Señor siempre! 
                                     Filipenses 4.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Felicidad y Buenos Deseos durante el Nuevo Año




Ha iniciado el 2013, y con este una maravillosa oportunidad de deleitarse en las inmensas promesas de Dios, para sus Hijos.

Las promesas del Señor, van de la mano con el renovado comportamiento de los redimidos del Padre, quienes con su manera de actuar, sus valores morales y cumplimiento de los deberes del Cristiano, como se cita en el libro de Romanos, capítulo 12, garantizan que la palabra santa incluida en la Biblia, favorezca el avance de los Hijos y Coherederos de Cristo Jesús y los integrantes de sus familias.

Con Amor en Cristo, les deseo a Tod@s que el Poder ilimitado del Rey de Reyes continúe Bendiciendo sus vidas, con el crecimiento interior y la vida sobreabundante que sólo el Creador sabe dar, y que la Paz, la evolución de sus espíritus conforme lo estable la Biblia,  la Fe y Grandes Esperanzas estén con vosotros, brindándoles mucha salud, fortaleza física, mental y espiritual, además de la realización de sus íntimos anhelos conforme los propósitos de Dios.

Los Bendigo y les deseo Bienestar y las Bienaventuranzas del Padre Eterno,

Con los mejores deseos de progreso,

Marisol Rivera Peláez